Cuando tenía dos años, mis padres le insistieron al pediatra para que estudiara si yo tenía algún problema de sordera. Después de cuatro pruebas básicas, el pediatra diagnosticó “una gran capacidad de abstracción”, motivo por el que a veces yo ni me inmutaba cuando me llamaban, hacían sonar sonajeros, o ya desesperados, aplaudían a un centímetro de mi oreja.
Con el tiempo se demostró que el pediatra tenía razón, pseudosocióloga decía que yo era capaz de pasarme horas mirando un árbol y cuando conseguía que “volviera” y me preguntaba qué estaba viendo en el árbol, mi respuesta era: ¿Qué árbol?
Para acabarlo de adobar, en la adolescencia me convertí en miope, lo que me permitía, si me sacaba las gafas, ausentarme con mayor facilidad. Por ese motivo me he negado siempre a operarme de miopía.
Y no, yo no medito, solo me ausento.
Con el tiempo, si me concentraba, era capaz de estar aquí i allí, en el colegio aprendí a leer (mis novelas) en clase y cuando el profesor me pillaba y me decía eso de: ¿Por favor podrías repetir lo que acabo de explicar?, yo no lo dudaba ni un momento, y aunque NO tenía ni idea de lo que estaba diciendo, era capaz de repetirlo palabrita por palabrita, excepto una vez que toooodo el mundo recuerda, que ante la pregunta de marras y sin pensar lo que decía, solté: “un amoto es un arradio”, así tal cual, y me quedé mirando al profesor con cara de marisabidilla como diciendo ¿creías que me ibas a pillar?, Tardé bastante en darme cuenta de lo que había dicho.
Aunque a veces esa capacidad estuvo a punto de darme un disgusto grande. Hubo una noche que recorrí 500m de la Vía Augusta de Barcelona en sentido contrario, hasta que la policía, harta de perseguirme haciendo luces, encendió la sirena ( mira tu por donde ese sonido si que me distrajo) y he de decir a su favor, que ante mi estupor, mis temblores incontrolables solo de pensar lo que acababa de hacer ,comprobando que no llevaba nada de alcohol en la sangre ni nada parecido, no me multaron y se ofrecieron a acompañarme a casa) Como esa varias, aunque algunas se mezclan con mi despiste, que también es algo habitual en mi.
Podría contar un montón de estas, pero el problema es que me he dado cuenta de que estoy cambiando. Abstraerme me abstraigo igual, pero ahora cuando alguien me explica algo que no me interesa en absoluto, ya no soy capaz de desconectar y a la vez asentir con la cabeza y poner el gesto adecuado en cada momento, ¡me pillan!! Lo que estoy perdiendo es la capacidad de concentración…
Socorro, ¿esto también tiene que ver con la edad?