Ayer cenamos juntas 5 mujeres, amigas todas desde hace casi 30 años, y esta mañana me he levantando pensando en nosotras, en todo eso de “cómo han pasado los años”, pero sobretodo en cuánto hemos compartido y por cuánto hemos pasado, y esto último puedo asegurar que no ha sido poco.
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Antes que nada, mejor aviso que NO éramos un grupo de chicas “al uso”.Vivíamos todas en un pueblo a las afueras de la ciudad, un pueblo un tanto peculiar: residencial y lleno de alemanes, pijo pero quinqui a la vez, dónde el hijo del presidente de uno de las empresas más grandes de nuestro país podía ser el íntimo amigo del hijo un “pages” que criaba pollos, a la vez que del camello del pueblo aunque no consumiera nada. También era el único pueblo de toda la comarca con discoteca los fines de semana (hasta que misteriosamente se quemó), y a ella venía también la gran mayoría de juventud de los pueblos de los alrededores, y parte de la de la ciudad. En fin, un pueblo del que se habría podido decir que era “multi social”. La mayoría de nosotros se movía en moto, las chicas en vespino o similar y los chicos en “enduro” , “crono”, y alguna que otra vespa, y tras el incendio de la discoteca no nos quedó más que ir a las discotecas “pijas” de Barcelona o dar vueltas por el pueblo, siempre volviendo al único Bar que por ser el único nos reunía a casi todos de Lunes a Domingo. Allí nosotras aprendimos a hacer campana ( algunas, no todas) a jugar al billar y a los dados, a liar porros pero sobretodo a fumárnoslos, a beber “de proski” y a apostarnos las chinas a ver quien era la primera en “llevarse al huerto” a este o aquel. Vamos toda una escuela…
Aún así es curioso que lo que más recuerde, y creo que ellas también, sea unas vacaciones en una población de la Costa Brava: teníamos 17 o 18 añitos y los padres de S tenían un apartamento vacío, así que para allí nos fuimos las cinco dispuestas a pasar 1 semana de sol y juerga: TRIUNFAMOS
La que peor lo pasó fue S, la más juerguista con diferencia, porque al segundo día de estar allí, se presentó el que entonces era su novio, después su marido y ahora su ex, con un ramo de flores en una mano y el notición de que venía de permiso de la mili para pasar esa semana con nosotras, y así poder celebrar el cumpleaños de su chica. Él lo pasó en grande, disfrutando de los pases de modelos en los que le pedíamos consejo cada noche antes de salir, y riéndose de algún iluso que llegó al apartamento confundiendo una invitación a jugar a los dados con otro tipo de invitación (los detalles los guardo para nosotras).
Vivíamos de noche y dormíamos de día, ganábamos al billar a los lugareños, las barbies espectaculares de la discoteca Paladium no fueron competencia para 5 chicas, que sin ser guapísimas, eran resultonas, y mejor aún tenían muchas ganas de fiesta.
Al cuarto o quinto día nos quedamos sin dinero y sin comida
Al sexto día, B empezó a tontear y a traer al apartamento a un barcelonés muy pijo y muy formalito que además nos invitaba a comer y a beber, por lo que decidimos aparentar un poco y fumar los porros a escondidas. Una semana más tarde leímos en la prensa que se había descubierto un laboratorio de coca en la casa de uno de sus familiares. El sí que sabía aparentar.
El último día M, M1 y yo decidimos robarle a B las últimas 1.000 pesetas que tenía (siempre ha sido la hormiguita del grupo) y pegarnos un desayuno del quince. Se enfadó, pero ya se le ha pasado.
27 años después de esas vacaciones aunque somos más formales, todas con familia o pareja, trabajamos, cuidamos nuestra alimentación, le dedicamos algo de tiempo a las conversaciones serias, conducimos coches, vivimos de día y no fumamos mas que en contadísimas ocasiones.
¿me iría ahora una semana con ellas a un apartamento de 50m2, compartiendo habitación, baño y ropa, sin apenas comida ni dinero? Que no lo dude nadie
Eso demuestra que de verdad teneis buen rollito.
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