La semana pasada estuve cenando en casa de una amiga, monísima, blanquísima, limpísima, ordenadísima, con un gato precioso que dormía en su camita, tipo anuncio.
Después de la cena llegue a casa, mi casa y analicé:
Jons ( el perro), tiene dos camitas propias en las que dormir, una de día en el comedor, y otra de noche en nuestra habitación.
Jons siempre duerme en el sofá, más concretamente en mi parte del sofá.
Jazz ( la gata) tiene una casita doble de mimbre de Ikea, al lado del radiador en invierno, para dormir encima cuando está sociable, y dentro cuando no quiera saber nada de los demás.
Jazz siempre duerme en el sofá, encima mío, o como último recurso encima de Jons, pero siempre en mi parte del sofá.
Los niños, tienen cada uno su camita y una habitación de juegos estupenda.
Los niños intentan dormir en nuestra cama a menudo, y SIEMPRE juegan en el salón
Mi Job tiene una cama estupenda que comparte conmigo.
Mi Job siempre se duerme en el sofá (en su amplia parte del sofá, libre de más cuerpos) y hay que arrastrarlo a la cama cada noche.
Mi Job tiene un despachito con su mesa, sus archivos, su teléfono..
Mi Job trabaja en el salón
Yo trabajo en la mesa de comer.
Los humanos de casa tenemos una mesa de comedor maravillosa y extensible si hiciera falta.
Comemos en la mesita baja de delante del sofá.
Jazz ( la gata) tiene su cazito de comida.
Jazz necesita sacar la comida del cazito, ponerla en el suelo, y comer del suelo
Jons come cualquier cosa, en cualquier sitio, hasta en nuestro plato si nos despistamos
A Mi Job le regalaron hace poco unas zapatillas.
Mi Job no encuentra nunca sus zapatillas, porque las llevo yo.
No voy a invitar a mis amigas a cenar.